Friday, October 16, 2015

Escucha a tus vísceras


Imagina que yo fuera una de tus mejores amigas. Y te llamo y digo que estoy pasando una mala racha y necesito hablar con alguien. Y te digo que eres un buen oyente y que das buenos consejos. ¿Podríamos cenar juntos mañana?

Pero resulta que tienes planes divertidos para mañana. Sin embargo, porque soy tu amiga, aceptas romper esos planes y verme. Me sugieres que nos encontremos en un restaurante la noche siguiente sobre las nueve.

Al día siguiente, cerca de las siete, te llamo, para decirte que me encontré con Antonio, y  recordarte lo mucho que siempre me ha atraído, y que me ha invitado a cenar esta misma noche. Yo digo: No te importa, ¿verdad?

Ahora tu mente está agitada con varios pensamientos. ¿QUÉ? piensas, ayer te estabas viniendo abajo y necesitabas hablar con alguien y me pedistes tiempo, y sabes que rompí mis propios planes para darte cabida, ahora me dejas caer de ese modo? Pero, así como tú estás pensando esto, también recuerdas que soy tu buena amiga, y ahora, la pregunta es: ¿cómo reaccionas ante lo que te acabo de decir?

Me interrumpo aquí para explicar que esta hipotética situación es la que a menudo le planteo a clientes en mi consulta. Necesito saber cuál sería su reacción en este tipo de situación que sucede - estoy segura de que estarás de acuerdo – con más frecuencia de la que nos gustaría.

Por lo tanto: ¿cómo reaccionarías ante mi anuncio de que voy a cenar con Antonio y no contigo?

(Por favor, piensa en tu respuesta - o recuerda la última vez que estuviste en una situación similar y cómo reaccionaste entonces - antes de seguir leyendo).

Veamos: mucha, mucha gente responde que, aunque no les gusta, de hecho, dicen que está bien y que la otra persona puede seguir adelante e ir a cenar con Antonio.

Así que si esto hubiese sido un examen, aquellos de vosotros que habéis respondido de la manera en que muchos lo hacen, os aseguro que habéis fracasado mi pequeña prueba. Pero la razón por la cual habéis fracasado tiene que ver con el hecho de que os habéis defraudado a vosotros mismos.

Déjame decirte que este retorcer es un mensaje para ti que viene de tu cuerpo. También te recomiendo que leas Cómo los Pensamientos Cambian el Cuerpo. Lo que el retorcer te está indicando es que necesitas enfrentar esta situación. Es necesario decirle a la otra persona que lo que está haciendo no es aceptable.

Así que si no quieres defraudarte a ti mismo, es imprescindible que aprendas cómo reaccionar en situaciones en las que otros hacen o dicen algo que encuentres inaceptable, y que entiendas lo que sus diferentes reacciones (suponiendo que ahora les vas a hacer saber que para ti lo que te acaban de decir es inaceptable) puedan significar también.

En primer lugar: cuando sientes esa sensación de retorcer, tómalo como un mensaje de ti mismo que proviene de ese segundo cerebro que tenemos en las vísceras (ver también Presentando Nuestro Segundo y Tercer Cerebro), y ese mensaje te está indicando que es absolutamente esencial que hagas algo al respecto. Como indicado en la primera parte de este artículo, si no haces nada cuando tienes esa sensación física, te estás defraudando a ti mismo. Es equivalente a decirte en ese nivel subliminal, que no vales la pena, que no te respetas a ti mismo lo suficiente como para hacerlo, y lo que es más importante, que no te amas lo suficiente como para hacerlo. ¿Qué consecuencias crees que surgen de toda una vida dándote ese mensaje a ti mismo?

Una vez que has reconocido que algo hay que hacer, entiende que ese algo no se basa en corregir a la otra persona, o en enfadarte con la otra persona, o en mostrar a la otra persona lo horrible que es, o lo desconsiderada que es, o en cambiar su forma de ser, más bien, se basa en que veas que te importas lo suficiente a tí mismo como para hablarlo con el otro cuando te hacen o dicen una cosa inaceptable. (Toma nota que si se trata de un caso de violencia doméstica, este método no se debe utilizar). Esto significa que al comentar estos temas con el otro, automáticamente te sentirás mejor contigo mismo.

Así que si debes de hablar sin enfadarte, se deduce que cualquier cosa que de hecho digas, tiene que venir de un lugar de tranquilidad (a pesar de que cuando comiences a hacer esto, el corazón latirá de una manera tremenda, ya que no estás acostumbrado a hacer esto, y te provocará temor al rechazo por parte de los demás). Desde este lugar de tranquilidad, puedes decir algo así como que todo lo que se te acaba de decir o hacer, no es aceptable, que te hace daño, o es desconsiderado, y en el ejemplo ofrecido anteriormente, muestra que la otra persona (que está rompiendo la cita contigo), no valora vuestra amistad de la misma manera que tú lo haces. También es necesario dar una consecuencia (aunque sea pequeña, ya que es la primera vez que hablas de la cuestión que nos ocupa con esta persona en particular), por lo que podrías decir simplemente: Por favor, no vuelvas a hacerlo. En realidad no es una consecuencia, sino que estás poniendo a la otra persona en guardia con respecto a una repetición de su conducta.

Cuando explico esto a clientes en la consulta, a menudo la reacción es una de tensión: no, me dicen, yo nunca podría hacer eso. Yo no podría decir tales palabras a otra persona. Luego, por supuesto, cuando hablo de que la razón por la que sienten que no pueden, es porque temen la reacción del rechazo potencial del otro, les subrayo que esto es una costumbre muy arraigada (probablemente desde la más tierna infancia, aunque no necesariamente tanto por abuso, como por reacciones percibidas por parte de los padres o cuidadores) de permitir a otros pasar sobre ellos de esa manera inaceptable, que es, literalmente, ser pisoteado, y que es una costumbre que necesita ser conquistada con el fin de que puedan comenzar a sentir un poco de amor por sí mismos. Su conquista - como la conquista de cualquier cosa - es una cuestión de un paso pequeño tras otro paso pequeño. Consiste en la práctica más la intención, más una elección consciente.

Habiendo imaginado entonces, que verdaderamente se ha conquistado, y por tanto, llegado a expresar verbalmente, entonces ofrezco varias posibles reacciones por parte del otro. Una, por supuesto, es el temido rechazo, donde el "amigo" generalmente dice algo en un tono bastante fuerte, agresivo u ofensivo como ¿qué es lo que te pasa?, Es solo una cena, No veo porque te molestas tanto con este tema y al mismo tiempo te desmoronas a nivel interno porque - tal y como lo temías – te está rechazando.

Entonces en este punto le pregunto al cliente: ¿Éste es realmente la clase de amigo que quieres? Esto es algo que merece ser pensado. Y recuerda, el amigo está reaccionando de esta manera, en parte, porque él/ella está acostumbrado que tú permitas que te pisotee. Tú los ha acostumbrado a ese comportamiento.

Sin embargo, supongamos que la otra persona ha tenido una reacción mejor, y – con la mano sobre la boca - dice algo así como: ¡Oh, Dios mío, lo siento!, no sé en qué estaba pensando. Déjame arreglar las cosas y vamos a cenar, después de todo. Es evidente que esto es harina de otro costal, y no sólo te sientes mejor ahora, porque decidiste hablar, sino lo que es más importante, debido a que se ha aclarado algo entre vosotros, tal vez después de décadas de comportamiento "inaceptable" de parte de tu amigo y aceptación muda por tu parte, y por tanto ambos pueden avanzar sobre una nueva base. Además, has aprendido que esta persona es un amigo de verdad.

Desgraciadamente, como puedes imaginar, la primera reacción es mucho más típica, y en ese momento la conversación probablemente ha terminado. Sin embargo, a pesar de todo esto, puede ocurrir que sigas en contacto con esta persona, y al cabo de unos meses se vuelve a producir una situación similar. Ahora verdaderamente necesitas hacer referencia a la primera vez que pasó: ya tuvimos una situación como esta hace un par de meses, y te pedí que no se repitiera. Queda claro que te importa mucho menos nuestra amistad que a mí, así que voy a tener que pensar en todo esto. Me pondré en contacto cuando haya llegado a una conclusión. Una vez más, estás afirmándote a ti mismo que te importas lo suficiente para hacer esto, y le estás demostrando a la otra persona, no sólo que es inaceptable que te trate de este modo, sino que ahora estás añadiendo una consecuencia concreta a la ecuación: no me llames, yo te llamo ... una vez haya pensado en esto.

Toda esta situación (ilustrada con un ejemplo muy pequeño, y por supuesto otros ejemplos abundan en las vidas de aquellos que no asumen la responsabilidad de probar a sí mismos que se aman a sí mismos) y tu nuevo manera de comportarte te llevará más cerca de ti mismo, a una conexión interna contigo mismo y en este proceso, te estarás demostrando que estás en el camino hacia un amor autentico a ti mismo de una forma nueva y mucho más saludable. Este es uno de los caminos hacia la libertad interior y el bienestar.

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