Muchos caemos en el error de creer que
podemos controlar a nuestro entorno y a las personas que se encuentran en él. Por
tanto, nos aferramos a la creencia equivocada de que:
- si sólo pudiéramos hacer que nuestra
pareja fuese más emocionalmente accesible, o
- si sólo pudiéramos hacer que nuestros
padres se entrometiesen menos en nuestra vida, o
- si sólo pudiéramos hacer que nuestro
jefe fuese más asequible, o
- si sólo pudiéramos hacer que nuestros
hijos adolescentes fuesen más manejables, o
- si sólo pudiéramos hacer que nuestros vecinos hiciesen menos ruido ...
Y nos pasamos el tiempo ingeniando maneras de
cambiar a estas personas, convencidos de que esto sería la solución a todos o
casi todos nuestros problemas. La verdad del asunto es que la única persona a
la que verdaderamente podemos controlar es a nosotros mismos.
Pocas veces miramos a la otra cara de la
moneda: al hecho de que si queremos conseguir cualquier tipo de cambio en
nuestras vidas, tenemos que empezar por nosotros mismos. A menudo, los cambios
que llevamos a cabo en nosotros mismos motivarán cambios en otros. Es casi como
el efecto domino, pero ese cambio en otros o en el entorno no debería ser el
incentivo para nuestro propio cambio. Este debería buscarse por su propio
mérito, para que se pueda llegar a ser más de lo que uno es realmente, y más de
lo que uno es capaz de ser; en otras palabras, para llegar a ser todo lo que puede
uno ser. (Véase también el articulo Saliendo de tu Zona de Comodidad).
Obviamente, la eterna pregunta es: ¿cómo
consigues cambiarte o controlarte a ti mismo? ¿Cuál es la fórmula mágica?
¿Existe una solución milagrosa? La respuesta es sencilla: depende de tu
capacidad de elección. (Véase también el artículo Eligiendo Alternativas:
Haciéndonos Responsables por Nuestras Vidas). Saber que, independientemente de lo que
sientes, piensas, dices o haces, siempre tienes alternativas y elecciones, es
uno de los pensamientos más enriquecedores y liberadores. Cuando reaccionas a
un evento determinado fruto de tus propios pensamientos, como una canción
nostálgica que escuchas en la radio, otra persona, una situación económica difícil,
o incluso un acontecimiento catastrófico a escala global, debes hacerte siempre
la pregunta de si existen alternativas a tu modo de reaccionar actual. Luego,
pregúntate si alguna de esas alternativas es factible, y si cambiaría para bien
esa manera de reaccionar que inicialmente ibas a adoptar. Eligiendo
conscientemente reaccionar de una manera diferente, no solamente te estás
controlando por haberte hecho consciente del momento actual, sino que también
te estás cambiando a ti mismo, porque tu reacción ya no es inconsciente. Por
tanto, te estás haciendo uno de los mejores regalos que hay: ser libre de aquella
manera ciega de reaccionar.
Foto: 'Sant Andrea, Salento, Italia
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